9/04/2013
CORSE. Segundo Acto.
La mañana inunda la habitación. La intensidad del sol anuncia un
maravilloso día. Los rayos rebotan contra las partículas de polvo
en suspensión describiendo un haz de luz que llena la estancia. Las
partículas revolotean, parecen rebelarse sacudiéndose a si mismas
de unos libros sin estantería, de una chimenea sin uso, de unas
ropas sin cuerpo. Flotan en el aire, se expanden, describen
trayectorias no programadas y se dejan capturar de nuevo por la
arquitectura de interior, una arquitectura siempre en vela que
contiene nuestro sueño. Un despertar sabor a humo y vino. Como si de
una llave se tratase, el aliento matinal permite el acceso a los
secretos de una conspiración nocturna. Sobre la mesa reposan un cenicero
rebosante de colillas y una copa falta de vino. Recuerdo haber
meditado intensamente. Ella está levantada, ha encendido la radio y
escucho las frescas noticias matinales. Ah! Ahora caigo. Margaret
Tatcher ha muerto! El brindis es metálico, como el miedo. La dama de
odio. La herencia de hierro. Pero los espectros no mueren. What was
capitalism?
El olor del café recién hecho se combina con el hedor del alcohol y
el tabaco, se mezcla con las partículas de polvo en suspensión. El ordenador ha
quedado toda la noche en vela. Me incorporo. Extiendo el brazo y
presiono el play. Un canto masculino interrumpe la oquedad del
silencio. Alguien parece pedir auxilio a través de un susurro con forma de mantra. El
acordeón irrumpe describiendo una tímida melodía, creando una
textura de unión, dando paso a una dulce voz femenina. Las voces se
acarician, caminan juntas, se acompañan guardando cierta distancia,
creando un bello equilibrio tonal. Diferencia y repetición. Una línea dulce de flauta refuerza la armonía. Los pájaros sobrevuelan la mañana
anunciando un nuevo día. Un universo de matices intensifica el paso
y eleva progresivamente la textura por encima del mantra humano.
Mutación de las formas. La arquitectura se desborda ante el abrazo vocal. Como el humo de un cigarro, todo lo sólido se desvanece
en el aire. El canto y sus voces se camuflan ahora tras los
diferentes estratos sonoros, difuminándose en una superficie cada
vez más lisa, anunciando la tragedia, el último llanto. El
increscendo huele a despedida, cubre el equilibrio con su manto
perturbador y nos lleva a una catárquica confusión sólo
aliviada por la impertinente ruina del silencio final. El
equilibrio es ahora desequilibrio cósmico. Estrella Polar, ya es Primavera!!!
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